jueves, 22 de julio de 2010

¡Hemos vuelto!

¡¡Hoooooola!!

¡Hemos vuelto! Y tenemos justificación para nuestro “silencio” ¿eh? Lo cierto es que llevamos 3 días de mucho ajetreo y hemos tenido que emplear a la secretaria en otros menesteres distintos a estos.

No nos vamos a enrollar demasiado en presentaros nuestras disculpas porque de sobra sabéis que si no escribimos no es porque no queramos, así que pasaremos a haceros un pequeño resumen de estos días atrás…

Nos habíamos quedado en que el 19 de julio por la noche. El grupo de medianos y pequeños se andaban jugando en el campamento mientras los mayores salían de marcha noctura ¿verdad?

Pues bien, aquí viene lo que fue sucediendo después…

Los mayores rompieron el cronómetro en la marcha nocturna. Partían el 19 a las 10:30 de la noche. Lo que se preveía como para una hora y media porque era toda una señora subida para llegar a la zona de los Miradores, la hicieron, con mochila a cuestas, saco y esterillas ¡y a oscuras!, en 45 minutos. Una servidora se quedó como vosotros: anonadada. A lo mejor fue porque llevaban al mejor de los guías posibles y es que, ya es de todos conocida, ¡y envidiada!, la capacidad que tiene Víctor para orientarse en la noche y escoger los mejores caminos.

Cuando llegaron, prepararon el colchón gigante, extendieron sus sacos y, en el silencio de la noche apenas roto por el sonido que provocaba el viento al mover las ramas de los árboles, disfrutaron de una noche estrellada y unas vistas espectaculares de los pueblos iluminados en la distancia.

Amanecieron el 20 bien temprano. Desayunaron y recogido el “campamento móvil”, se pusieron en marcha. 3 horas de camino y llegaron a su siguiente destino: “La Plaza de Toros”. ¡¡No!! No iban a presenciar un espectáculo taurino, sino una formación geológica natural muy interesante producto de la erosión y sedimentación de las aguas de río y lluvia durante muchos años.
Desde allí, en una hora y media más de trayecto llegaban al área recreativa de “Pie Mulo”. Allí iban a reponer el agua de sus cantimploras en la fuente con el agua más fresca de la zona, a comerse unos buenos bocatas, fruta y echarse una siestecita. ¡Corta claro! Porque allí, a la sombra de los pinos, hicieron también algún que otro juego de estos “de mayores”, aunque en plan tranquilo y un taller de collares de serpentinas super-chulo.

Tras la merienda y repuestas las fuerzas, continuaba la marcha hacia la zona del Refugio del Merendero de la Olla. El camino era corto pero ellos quisieron explorar el entorno, subir algún que otro pico y darse una vueltecita algo más larga para disfrutar del entorno. ¡Qué no se diga!

Llegaron, soltaron mochilas (¡uff! qué ganas tenían) y se prepararon para dar buen cuenta de un buen bocadillo de lomo, unos cuantos melones y un yogurt. Allí se quedaron tan a gusto. La temperatura nocturna, una vez más, inmejorable.



Y mientras todo esto ocurría…

Los medianos pasaban la mañana del martes 20 en la piscinita. Las chicas retaron a los chicos a un partido de waterpolo y, bueno, creemos que quedó en tablas, aunque hubo muchas trampas y unos a otros trataban más de ahogarse que de meter gol.

Regresaron a comer al campamento. Por la tarde “liga de champions” de voley al agua. Una ducha y a preparar las mochilas. ¡Claro, no van a ser sólo los mayores los que salgan a conocer a pie los alrededores del campamento! “¡Que no falte nada ¿eh?! Saco, esterilla, ropa de abrigo, camiseta de repuesto, útiles de aseo, cantimplora bien llena, chubasquero, nuestro paraguas-sombrilla plegable…”. ¡Que sí; que podemos cargar con todo!
Listas las mochilas, tuvieron tiempo para poner a prueba sus sentidos. Vista, oído, olfato, gusto y tacto implicados a tope en una gymkhana cargada de pruebas muy interesantes.

Tras la cena, al aseo y, una vez humo oscurecido, emprendieron la marcha sobre las pisadas de los mayores camino de los miradores. Y para no ser menos, también quisieron hacer una buena marca: una horita y estaban en lo más alto.

Los pequeños empezaban el día 20 uniéndose por parejas como si de gatos siameses se tratara. Pegados dos a dos, practicaron “balón prisionero”, frisbee” y “fútbol”. La mañana la terminaron con una partida de disco-golf, donde pusieron a prueba su puntería.

¿Eh? ¡Pero si han comido como unas balas! ¡Ah...! Que se van a coger el relevo de los medianos y se van a la piscina. ¡Qué suerte! Disfrutaron como enanos y no pararon ni un segundo. Arrugaditos como pasas todos los recogíamos para llevarles a los caballos. Porque esa misma tarde les tocaba ruta. Enseguida que los veían ya “se quedaban con uno” y preguntaban rápidamente su nombre. Con las instrucciones de Conceso, el dueño, parecían profesionales. Más rectos que una vela y metidos en el papel como auténticos jinetes y amazonas.

Volvieron andando desde la piscina hasta el campamento. Al llegar una ducha y a cenar. ¡Ummm! ¡ Qué rica la tortilla de patata!

Por la noche, “El Faro”. Todos tenían que esconderse en el bosque y evitar se descubiertos por las luces de los faros (linternas) de sus monitores.

¿Sabéis de algún otro sitio donde se hagan más cosas a lo largo del día?

Desde aquí, y aunque lo hacemos (o lo intentamos) y lo haremos en su momento, queremos deciros, ¡¡ENHORABUENA COORDINADORES Y MONITORES!!, por estar pendientes de los chic@s las 24 horas del día, por quererles y cuidarles, y por no dejar que se aburarran lo más mínimo. Lástima no poder compartir con vosotros más tiempo. ¡Y seguid así, que lo mejor, aún está por llegar!

A los que estáis en casa. A los que estáis sin poder estar. A los que nos echáis de menos.
Para todos, un abrazo ADVENTURERO, de los de verdad. De los que se dan con el corazón y ponen los pelos de punta.

1 comentario:

  1. no sabeis lo que disfruto estos posts. Yo, que soy bloguera ya estoy enganchada a este más que a ninguno
    Julia (madre de marina-pequeños)

    ResponderEliminar